jueves, 28 de abril de 2016

CUANTO VALE EL PLANETA TIERRA??


El astrónomo y catedrático de astrofísica de la Universidad de California en Santa Cruz, Greg Laughlin, tiene la respuesta tras desarrollar una fórmula que determina el valor de los cuerpos celestes de nuestro entorno. Para ello, ha utilizado una especie de ecuación de Drake para la economía cósmica, que toma como referencia factores como el tamaño de un planeta, la masa, temperatura, edad o brillo aparente de la estrella y también las condiciones de habitabilidad de su atmósfera y su superficie. De esta manera, la Tierra valdría casi 5.000 millones de dólares.




Según el algoritmo utilizado para el cálculo, los que se consideran "baratos" son aquellos poco habitables -menos parecidos a la Tierra-, mientras que los "caros" serían los que más se parecen a nuestro planeta. El objetivo inicial de dicha ecuación era poner precio a los exoplanetas terrestres descubiertos en la misión Kepler, para valorar cuáles de los 1.235 descubiertos debían ser investigados en profundidad. Muy pocos han superado la prueba.




No obstante, el astrofísico descubrió que la fórmula podría aplicarse, asimismo, a cualquier otro astro. Por ejemplo, se encontró con Gliese 581c, un exoplaneta que, junto a otros cinco homólogos gira en torno a una estrella similar al Sol y cuenta con una superficie muy parecida a la del globo terrestre. Según los estudios realizados, es el más parecido a la Tierra, y costaría tan solo 160 dólares americanos. Muy parecido, pero, como vemos, no tanto como para alcanzar nuestro valor. El precio de Marte ronda los 14.000 dólares; el de Venus, solo un centavo. La temperatura mínima de su superficie alcanza los 400 grados y, por lo tanto, no es habitable.


Estrellas con dueño



Más allá del simple cálculo, hay quien ha pasado a la acción. Es el caso de un norteamericano que escrituró casi todos los planetas y la Luna, pero no el Sol. De esta forma, dio vía libre a un auténtico conflicto astral, en el que se ha visto implicada la gallega Ángeles Durán. En 2010, Durán se auto proclamaba propietaria del astro rey, que había permanecido 5.000 millones de años sin dueño. Lo hizo con certificado ante notario de por medio y aprovechando, al parecer, un vacío legal en el convenio internacional según el cual un Estado no puede apropiarse de un planeta, pero que no hace referencia a la titularidad por parte de personas. Pensó, incluso, en cobrar un canon a todos los habitantes de la Tierra por uso de la energía solar. Eso sí, para convertirse, de facto, en propietaria, debería acudir al Registro de la Propiedad que, de momento, no tiene competencias sobre el sistema solar.



Con todo, Durán no es la única que ha reclamado la titularidad del Sol. Ya lo hizo en los años 30 el norteamericano Lindsay y, nueve años antes que la española, en 2001, el abogado rumano Virgiliu Pop, según el cual, la gallega no es más que una impostora. Experto en Derecho Público del Espacio, Pop asegura que se convirtió en dueño de la estrella hace diez años, como consta en el Registro de Propiedad Extraterrestre del Instituto Arquímedes.



Aún así, de querer hacernos con cualquiera de estos elementos del sistema solar, bien sea para propio uso y disfrute, o como regalo, llegamos tarde al negocio cósmico: en los años 80, el estadounidense Dennis Hope reclamó la propiedad de la Luna, cuya cara visible dividió en millones de parcelas que empezó a vender en supermercados. Ajeno a esa realidad empresarial y en un alarde de generosidad, el chileno Jenaro Gajardo la regaló a sus compatriotas. No obstante, se han quedado sin herencia, porque el país forma parte del Moon Treaty, el tratado que prohíbe la posesión de la Luna, parcial o totalmente, por parte de individuos particulares. Con tanta competencia, y un exiguo presupuesto para las cantidades estelares que se aventuran según los cálculos de Laughlin, tendremos que volver a poner los pies en la Tierra también en las compras navideñas de este año.